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La batalla del mosquito

by Fernando Jara

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about

Este es un audiocuento que nació como un relato cómico y caricaturizado que habla sobre una batalla épica entre un mosquito y una persona.

Este material audiovisual fue producido completamente por mí:
Cuento, composición de la música incidental, narración y pieza final fueron escritos y compuestos por mí.

La música usada como música incidental es:
Survivor - Eye Of The Tiger
Beethoven - 5th symphony 1st mov.
Vivaldi - Concerto n.º 2 en sol menor, Op. 8, RV 315 III Presto
Barber - String Quartet, Op. 11 2 mov.

Los efectos de sonido fueron usado de paquetes de "foleys" libres de derechos.

lyrics

La batalla del mosquito
Un cuento para leer dos veces

¿Has experimentado esa sensación de impotencia, rabia, enojo, cólera, furia, indignación, irritación, vesania o cabreo que da al notar a un huésped que comparte el cuarto contigo con su desagradable, incómodo e irritante sonido que no te deja dormir? Bueno, pues estás a punto de leer la épica pelea que tuvo lugar en mi recámara una noche de cuarentena y que costó la vida de uno de nosotros.
Debo confesar que soy un ser nocturno, este cuento lo estoy escribiendo a las 10 de la noche, la vida nocturna y sigilosa me concede el que todos estén dormidos y esto me permite trabajar a gusto sin que alguien me moleste, también soy amante de la lluvia y esta noche había llovido todo el día lo cual me tenía sumamente contento y animado para comenzar a trabajar. Eran las 12 de la noche y las luces estaban encendidas. Alcancé a escuchar que había un ligero zumbido por ahí pero no le di importancia, faltaba tiempo para irme a dormir así que podría estar al tanto de cualquier amenaza que pudiera asecharme. Me encontraba trabajando desde mi rincón donde tengo fotografías de mis padres y mis hermanos que, aunque no he sabido nada de ellos en los últimos días, los recuerdo todos los días. Después de leer un rato llegó la hora de apagar las luces, amo ese sistema automatizado que apaga la luz sin que yo tenga que intervenir manualmente. Llevaba unos minutos intentando conciliar el sueño, pero me dio mucha hambre y decidí ir por algo de comer antes de dormir –nunca debes irte a la cama con el estómago vacío--. No tuve mucha suerte encontrando algo así que regresé a mi recámara para, mejor, descansar. Antes de ir a la cama di un par de vueltas por el cuarto cantando un poco en voz baja… no entiendo por qué a la gente le fastidia tanto mi voz, nunca falta quien me diga “¡ya cállate, no te soporto más!” o que me suelte un manotazo cuando quiero cantarles al oído. En fin, mejor me dispuse a dormir.
3 am, es lo que se puede leer en ese maldito aparato que cuelga de la pared, disculpen mis expresiones pero no puedo estar con otro humor cuando un espantoso e irritable sonido perturbó mi sueño a la mitad de la madrugada, ese molesto sonido que todos odiamos que pase por nuestros oídos estaba en ese momento en mi recámara. Intenté ignorarlo, pero cada vez lo notaba más fuerte y más cerca, parecía que se acercaba a mí con toda la intención de incomodarme. Sí, ese zumbido andaba por ahí, era cada vez más molesto. Comenzó como unos rechinidos de violines y se convierte con cada segundo que pasa con una caravana de tractocamiones que martillean mi cabeza. A lo lejos resonaban unos tambores incitando mis instintos asesinos. La música subía de nivel, acompañaba mi deseo para levantarme y comenzar la cacería de aquel inquilino que nunca preguntó sí podía estar aquí. “The eye of the tiger” comenzó a sonar, ese intro ostinato en una sola nota fue el preludio ideal para que las luces se encendieran (amo ese sistema automatizado que enciende la luz sin que yo tenga que intervenir manualmente) mis pupilas se adaptaron a la nueva luminosidad (adoro esos focos que iluminan como los de 100 watts y sólo gastan 20) y en tan sólo 2 segundos mi sorpresa fue enorme y no creía lo que veía frente a mí, la música cambió repentinamente al inicio de la quinta sinfonía de Beethoven. –Pero ¿qué es lo que estoy viendo?-- Un tremendo engendro de unos 170 centímetros me miraba de frente- Mi asombro no me permitía moverme, ese extraño ser cubierto de pelo me dejó paralizado, había visto mosquitos toda mi vida, pero nunca a un mosco gigante si es que así se le puede llamar a esto que se encuentra frente a mí. Tenía en su pata un trapo que seguro tomó de mi recámara y se precipitaba a atacarme. Tomé rápidamente lo primero que encontré a un lado de mí y me paré sobre el escritorio. La música se detuvo en un momento de suspenso, los violines tienen un trémolo que genera tensión en pianísimo. Los dos estamos listos para comenzar este duelo que, aunque sabemos quién será el vencedor, sabemos que es algo que inevitablemente debemos de comenzar. El trémolo de los violines va en crescendo y con un acorde dominante comienza “La tormenta” de Vivaldi en perfecta sincronía con su primer ataque. Su trapo golpeó con el portalápices que salió volando hacia el suelo demostrando gran habilidad con la muñeca pero poca precisión en sus objetivos. Atención a la música porque a partir de ahora nunca se detendrá pues esta batalla comenzó y sólo uno de nosotros terminará de pie. Soltamos nuestros mejores y más hábiles golpes, mi estrategia siempre ha sido la de esconderme, pero hoy no quiero huir. No sé por qué a esta hora todo suena más fuerte pero la orquesta de cámara que musicaliza nuestro encuentro al fondo de esta recámara, el televisor que acaba de caer y el vaso que acabo de arrojarle incitaron la llamada al 911 del vecino ante la sospecha de que este episodio era una escena de violencia intrafamiliar. Decidí cambiar de estrategia, me quedé quieto en la cama para esperar a que se acerque y cuando esté cerca de mí poder atraparlo con un golpe definitivo. Así fue, unos segundos después se aceró lentamente y fue entonces cuando comencé a girar por toda la recámara esquivando sus porrazos. Esta batalla subía cada vez más de intensidad y se estaba volviendo divertido. Volaron por la habitación prendas de ropa, le lancé las monedas sobre el ropero, él levantó el bote de la ropa sucia y lo lanzó sobre mí (no sabía que tenían esa fuerza), respondí con lanzarle la silla del escritorio y él me lanzó la guitarra firmada por Les Luthiers. La habitación se convirtió rápidamente en una escena digna del clímax de una película de Quentin Tarantino. Voló por la habitación una bocina, los zapatos, la edición ilustrada y dividida en tomos de “Las mil y una noches”, tomo por tomo, los muñecos de Star Wars, la caja de herramientas, un taladro, la caja donde se guardan las cosas que no quieres tirar pero no tienes dónde poner, los discos de CriCri y Avril Lavigne, el bote de gel antibacterial, el control de la televisión, el collar hippie comprado en Mazunte, las sandalias Ocean Pacific azules y la foto de generación de la prepa que colgaba de la pared. Tal cual Spiderman me colgué en la pared y desde ahí le lanzaba las gorras y sombreros del perchero mientras él me respondía con las botellas vacías de perfume que se guardan en el librero. Cansados y exhaustos tomamos un par de segundos para lanzar nuestro último recurso. Con todo el coraje que tenía le lancé el ropero encima (no entiendo de dónde saqué tantas fuerzas), después de 2 segundos de tensión, él salió como si nada por un hueco que quedó entre el suelo y lo que sobrevivió del ropero, en sus ojos se podía ver el infierno mismo de la ira que emanaba, levantó la cama y con todo y colchón la lanzó encima de mí…
(Todo es silencio ahora)
5:16 am y parece que el tiempo ha transcurrido rápidamente, los dos hemos descargado nuestra furia contra el otro y estamos completamente exhaustos. La orquesta de cámara ahora sólo toca el “Adagio for strings” de Barber. Me rindo, me doy por vencido, que haga lo que quiera hacer conmigo, ya no me importa más. Agotado y sin ganas de moverme observo de reojo que este esperpento se dirige al escritorio y toma una botella transparente con un atomizador. Y se la está rociando por todas partes ¿qué no sabe que eso mata a los mosquitos?...
Espera un segundo, ahora está en el suelo sin poder respirar…
Así es, es así como esto termina, por fin esta batalla cobró a su víctima y se hizo justicia.
Mi nombre es Flaviano, mosquito de profesión y así fue como nuestra batalla terminó con la muerte de este ser repugnante que murió por una reacción alérgica con la sobreexposición a un repelente. Adoro los finales felices. Ese desagradable sonido que emiten estas bestias ya no me mortificará más, eso que ellos suelen llamar ronquidos y que a todos nos molesta tanto escuchar.

FIN

credits

released April 23, 2020

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Fernando Jara Mexico City, Mexico

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